Diversas encuestas, expertos psicológos y los cuerpos de seguridad alertan del peligroso ascenso en nuestro país de, incluso, menores de edad como consumidores de sexo de pago. Más allá de los legítimos recelos morales que pueda provocar la prostitución, el hecho de que adolescentes -que por definición se encuentran en un periodo de madurez en el que van a adquirir su identidad- mercantilicen a una mujer como si de una moda se tratase es indiscutiblemente alarmante. Muchos de ellos no son ni conscientes de que están haciendo algo que puede ser éticamente reprobable o, directamente, ilegal.
No es un secreto que, lejos de desaparecer, la violencia machista también está naturalizándose entre los más jóvenes en España. Una de las últimas encuestas del CIS arrojaba que una de cada cuatro chicas había sido víctima en alguna ocasión de violencia machista.